Cleaver

I do not think about flesh anymore, but if I did,

I would tell you about its adoration

for cruelty. How my grandfather clenched

firmly on my wrist the first time I held

a cleaver to wound. How we killed a lamb together 

and when it bleated loudly, I bit

my tongue till it bled. How he then placed

Bellevue Literary Review

2025 Allman Prize for Poetry


tell me what do priests do

when their favorite virgin dies.

Teach me how to swallow my ungodliness,

how to ache prettily for you and your devotees.

Ask me if I am willing to become a saint,

if I will bleed in the name of God,

if I will wear an iron chain around my waist,

if I will give birth to light.

Dear Father,

The McNeese Review


All I know of the blade is that it laid

on his dish rack first, that he clasped it

between his fingers after chopping

persimmons, that he licked it clean

of marrow, that he has learned

to wash it religiously, conceding

All of his knives, Lychee, and Sacrilegious

EPOCH


Me pregunto a menudo si en algún momento, con la rapidez de un pájaro a medio vuelo, voy a cambiar. Si un día despertaré ya sin esta necesidad, sin estos deseos juveniles, sin las fantasías secretas, sin este apetito voraz que me pide a gritos ser querida, ser mejor, ser una buena feminista. En las noches en las que no puedo dormir y las plantas de los pies me queman gritándome “vete de aquí, cambia, vete ya”, me pregunto si en verdad seré capaz de cambiar. Me digo a mí misma que tal vez nunca volveré a ser esta mujer que soy hoy. Quizás eso es lo que quiero: no sentirme triste por las versiones de mí misma que alguna vez fui…

Feminismo, interrumpido

Punto de Partida


'I don't feel blue, I am blue': el azulamiento del cuerpo femenino por medio de la dolencia en Bluets de Maggie Nelson

Academia

Colin White Award for Best Dissertation

Supongamos que comienzo diciendo que la escritura que parte desde el cuerpo femenino ha sido el medio para revertir el borrado histórico del dolor de las mujeres. Supongamos que digo esto debido a que nuestras dolencias suelen ser ignoradas o pasadas por alto. Comenzó lentamente: con la constante ridiculización ante la cual nos enfrentamos al nombrar nuestro sufrimiento. Luego, se volvió —de algún modo— personal para todas nosotras. Fue así como diversas autoras notaron que la tradición literaria masculina se ha esforzado una y otra vez por mantener nuestros sentires ocultos. “Y sin embargo, escrib[imos]” (25), como establece Joanna Russ; y es que ante esta práctica violenta de minimizar nuestros dolores, un grupo considerable de escritoras se ha esforzado por posicionar a la corporalidad femenina y lo que la marca como el eje central de sus obras.


Un edificio en llamas

Adentro de tu cuerpo,
desterrado por el dolor profano,
habita un fantasma transparente
que se restriega contra tu piel.

Las escamas que ha creado,
sensibles al tacto,
engendran nuevas cicatrices,
púrpuras y empolvadas.

Periódico de poesía